Sobre coberturas universales y un caso de corrupción
Dos temas
han llamado mi atención últimamente. Uno por formación y otro por deformación.
Uno ha estado en todos los medios de comunicación como gran escándalo y otro ha
estado en todos los medios como gran propuesta.
El primer
tema es la cobertura universal, ya sea de salud o de educación. Tiempos en que
los políticos que enarbolan banderas desgastadas, proponiendo soluciones
fáciles y universales a los problemas del país. En 2011 y a principios del 2012,
el presidente Calderón anunció hasta el cansancio la cobertura universal de
salud en casi todo el país. Cada Estado que era honrado con su visita, recibía
a cambio un discurso sobre la cobertura universal de salud en el mismo.
Por otro
lado, recientemente se aprobó ampliar el horario en las escuelas. Los párvulos
y jóvenes imberbes pasarán 8 horas en la escuela. También es promesa común la
cobertura universal de educación, no sólo básica sino hasta universitaria.
¿Qué es
cobertura universal? A esto se refieren los gobernantes pasados, presentes y
futuros cuando quieren decir que habrá un lugar disponible para todos en un
hospital, un consultorio o una escuela/universidad.
Respecto de
la cobertura universal de salud, grandes esfuerzos se han hecho para crear la
infraestructura hospitalaria que garantice la atención médica de todos los
mexicanos. Se creó el seguro popular para que todos tengamos acceso a servicios
de salud y hasta se retó a la población con la frase “el que no lo tiene es
porque no quiere”. La inscripción al seguro popular conlleva una serie de
trámites que eventualmente termina con el registro del beneficiario.
Hasta ahí
es un programa que podría venderse en spots durante la campaña presidencial. El
ciudadano tiene el hospital y tiene el seguro. El problema mayor aparece cuando
tiene algún padecimiento: falta de doctores, corrupción, falta de medicamentos,
corrupción, mala atención, corrupción.
Y cuando
algún ciudadano enfrenta al presidente diciendo que en tal hospital le venden
los medicamentos, el presidente volteará hacia otro lado diciendo: “Yo entrego
el hospital, pero quien lo administra es el gobierno del Estado”.
Cínicamente
podemos decir que lo que prometió fue la cobertura universal, no que realmente
fuera a ser atendido.
Algo similar
sucederá con la ampliación de horarios en las escuelas y la cobertura universal
de educación. Puede garantizarse el acceso a toda la población incluso hasta el
doctorado, pero la falta de maestros capaces dejará esta propuesta en un montón
de edificios vacíos y niños en sus casas.
En 1995,
con motivo del acuerdo para modernizar la educación y la transferencia de los
recursos educativos a los Estados, escribí que el acuerdo fracasaría al
mantener a un sindicato nacional que hoy, 17 años después, se precia de ser el
más poderoso de Latinoamérica.
17 años han
pasado de ese acuerdo de modernización y todo sigue igual. Incluso la líder
sindical es la misma. Lo que cambió fue el partido en el poder, muchos
secretarios de educación, pero el nivel educativo, las marchas, los paros y la
resistencia a la evaluación con consecuencias es igual que entonces.
Propuestas
vacías e inútiles las que incluyen la cobertura universal de lo que sea,
mientras no se solucione el origen. Mas escuelas no implica más maestros y más
maestros no significa que estarán en las escuelas enseñando. 17 años de
inmovilidad en la educación y hoy, en sus campañas, ninguno de los cuatro
candidatos propone una solución.
El segundo
tema que por deformación ha llamado mi atención esta semana, es el mismo que
está en boca de todos, incluso del presidente diciendo que le “indigna” que
algunas empresas crezcan con base en “mordidas”.
Muchos
argumentos de expertos se han emitido esta semana. Desde la Bolsa Mexicana
donde defienden a la empresa, que ha creado tanto empleos y forma parte del
índice hasta la Secretaría de Economía aclarando que los permisos obtenidos
ilegalmente son responsabilidad de los Estados, no del Gobierno Federal (Esta
estrategia de culpar a los gobiernos de estados y municipios la ha aplicado el
gobierno federal en casi todos los asuntos, sobre todo si el estado o municipio
es gobernado por un partido distinto).
Otros menos
expertos han acusado al gobierno – de cualquier nivel – de fomentar la
corrupción. Hasta hay quien dice: La empresa no pagaría sobornos si el gobierno
no los exigiera.
Desde que
la Secretaría de la Función Pública era llamada SECODAM (same shit, different
flies) he trabajado con hombres de negocios que tienen un objetivo que deben
cumplir. Ya sea nacional o internacional, el director – consejo, vicepresidente
– pone un objetivo de crecimiento en ingresos que debe ser cumplido. El
cumplimiento del objetivo se traduce en bonos, promociones y otras prestaciones
muy atractivas.
Si el
objetivo del año es aumentar los ingresos con la apertura de nuevos puntos de
venta, el grupo comercial necesita esos puntos de venta funcionando
rápidamente, no importa cómo. A pesar de la tan mentada desregulación y tantos
esfuerzos de la COFEMER, abrir un negocio o un nuevo punto de venta puede
volverse un proceso muy largo. Y los vendedores y los objetivos que cumplir no
pueden esperar.
A tanto
enredo regulatorio y análisis que debe realizarse por parte de los tres niveles
de gobierno para otorgar un permiso y abrir un punto de venta, tanto los
funcionarios como los empresarios saben que hay métodos para acelerar el
trámite. Y empieza el proceso de corrupción.
El caso de
Walmart, escandaloso como es, tiene diferentes perspectivas bajo la ley
norteamericana y la mexicana. El mayor problema de Walmart en Estados Unidos,
no es haber realizado pagos para apresurar los trámites, lo que es aceptado –
con sus reglas – en la legislación anticorrupción. La falta grave cometida por
los funcionarios de la trasnacional fue no llevar un registro contable de tales
pagos, traducidos comúnmente como “facilitadores”. Walmart falló en el
mantenimiento de su información al registrar los pagos facilitadores bajo otros
rubros. Si tales pagos estuvieran contabilizados adecuadamente, el problema
sería mucho, mucho menor.
¿Cuál es el
problema de Walmart en México? Principalmente de percepción. El problema lo
tendrían, en caso de comprobarse después de una investigación por las
autoridades, los funcionarios que aceptaron la coima. Quizá serán inhabilitados
por 10 años, promoverán un amparo y nada más.
La nueva
legislación anticorrupción en México, que no es novedosa por ser una copia casi
fiel del FCPA norteamericano aún debe ser publicada, preparada, administrada y
ejecutada. Los mismos que han recibido los pagos indebidos, de cualquier
partido, Estado y municipio, serán los encargados de hacer esto. El resultado
ya se ve venir: aplicación selectiva y mayor corrupción.
Creo.