El trabajo de buscar trabajo
Este no es un artículo que te vaya a exponer los beneficios
de buscar trabajo o te vaya a pasar algunos secretos sobre cómo encontrarlo y
ser el mejor buscador de trabajo del mundo. Esta reflexión sale de lo más
profundo de la reflexión, de mi ingenuidad, de la decepción y desesperación de
buscar trabajo sin suerte. Es todo lo contrario a lo que se ve publicado por
ahí. Es una historia sin final y sin moraleja. Es un desahogo.
Debo comenzar diciendo que los expertos en búsqueda de trabajo recomiendan que hagas un trabajo de buscar un trabajo. Si todos los días buscas en los diferentes medios que tienes al alcance, tocas puertas, llamas y visitas, en poco tiempo tendrás el trabajo de tus sueños. Yo, como no soy experto en búsqueda de trabajo, lo he creído y, siguiendo todas las recomendaciones expertas que me han llegado, he convertido en trabajo el buscar el trabajo de mis sueños. Bueno, buscar un trabajo. Cualquiera.
Hoy, dieciséis meses después, esta es mi evaluación sobre el
trabajo de buscar trabajo:
Estoy registrado en todas las bolsas de trabajo que existen.
Piensa en cualquiera y ahí estoy. Locales, extranjeras, nacionales,
internacionales, europeas, africanas, asiáticas, industriales, de cámaras de
comercio, en inglés, en español y hasta en alemán y francés. En todas ellas
aparece mi nombre, formas de contacto y mi experiencia. No sirve. Registrarte y
esperar a que alguien haga una búsqueda de un perfil entre los datos que tienen
guardados, es algo que no funciona. En todo este tiempo, con esta opción sólo
una vez encontraron mis datos en una bolsa de trabajo inglesa y me llamaron de
una empresa saudí para un trabajo en Nigeria. Estuve muy puntual en mis
entrevistas a las 4 de la mañana y después de la segunda, sigo esperando la
llamada después del “ok, te llamamos”.
Entendido, esa estrategia no funciona, así que paralelamente
comencé a utilizar LinkedIn para mi búsqueda. En LinkedIn encontramos cientos,
miles de reclutadores que trabajan dentro de las empresas para las que reclutan
o trabajan como externos, headhunters les llaman. Hay de todos tamaños y todos
tienen “500+ conexiones”. Yo personalmente tengo cerca de 240 reclutadores como
contactos en LinkedIn. Todos los reclutadores que tengo como contacto, sin
excepción, han publicado dos cosas: una oportunidad para la cual tengo el
perfil y lo difícil que es ser reclutador.
No sé qué tan complicado sea ser reclutador. Imagino que
tener cientos de vacantes con cientos de solicitudes por cada vacante debe ser
un trabajo muy complicado. Revisar los cientos de perfiles para reducirlos a 5
o 6 debe ser extenuante. Después, para esos 5 o 6 vienen las llamadas, una o
dos, para hacer las mismas preguntas, recibir las mismas respuestas y buscar
algo que distinga a uno de los demás. Complejo.
Hoy presenté mi solicitud número 86 en LinkedIn. De antemano
conocedor del resultado, porque después de 85 solicitudes uno sabe que no hay
nada nuevo en el proceso, me decidí a escribir esto que tengo guardado hace un
tiempo. Exactamente el mismo tiempo que tengo sin un trabajo. El mismo tiempo
que tengo buscando una oportunidad.
Soy originario de la Ciudad de México, donde estudié mi
carrera y tuve mis primeros 8 años de experiencia. Una muy buena oportunidad me
sacó de la metrópolis y me llevó a una ciudad que entonces tenía 700 mil
habitantes. Como es normal es esos casos, el nivel de vida podía llegar a ser
muy bueno con poco dinero. Aunque no ganaba poco. En ese lugar estuve otros 8
años de mi vida laboral. Ya con 16 años de experiencia, la empresa y yo
decidimos separar nuestro camino. Al ver mi situación en ese momento (saliendo
de un buen trabajo, en una ciudad pequeña y con nada más que el dinero de mi
acuerdo de salida), decidí que me quedaría en “provincia”, por lo menos hasta
que apareciera una oportunidad que me llevara a una gran ciudad o de regreso a
la capital. Al principio, mi posición era que me llevaran. Que la empresa pagara
mis gastos de traslado. Yo era su mejor opción y eso era el costo. El costo.
Poco después decidí calcular cuál sería el costo de yo pagar mi propia
reubicación a donde fuera necesario. Coticé mudanzas, cambio de escuelas para
los niños, rentas, todo. Para vivir más o menos como lo estaba haciendo.
Resultó, para mi sorpresa, que el costo de reubicarme dentro del país, era
menor al 8% del salario anual esperado. Yo podía pagarlo si eso me daba una
ventaja sobre otros candidatos o si por lo menos me ponía al parejo de ellos.
Preparé cartas de presentación para acompañar mis
solicitudes en las que, además de mencionar que he trabajado para dos empresas
de Fortune 500, exponía por qué vivo fuera de la Ciudad de México, cuánto
tiempo tengo de vivir fuera y que, en caso de tener la oportunidad, yo mismo,
con mi propio dinero y sin entorpecer mis responsabilidades en la empresa, haré
la mudanza y todo lo demás.
En pocas palabras, si quieren que trabaje en la Ciudad de
México, en Tijuana o en Chetumal, el costo de irme para allá es mío. Se llevan
un empleado, con mi experiencia y disposición, a donde quieran sin pagar un
peso de reubicación. Eso dice mi carta de presentación. En lenguaje más formal,
pero ese es el mensaje.
Me llegó una oportunidad así. Una empresa francesa quería
que trabajara yo en la Ciudad de México. Yo pagué mis vuelos para las
entrevistas y ellos me hicieron saber por medio del reclutador que tal día
debería presentarme en sus oficinas para comenzar a trabajar. Sin haber hablado
de dinero, sin contrato, sin firmar documentos, sin conocer a la gente de la
empresa y sin nada más que un correo del headhunter externo. Por supuesto que
no caí en la estafa. El día en que debía presentarme, el supuesto headhunter me
envió un correo diciendo que había mucha gente esperándome y nada más. Nunca
más. Si algo parece raro y huele mal, no esperes que sea un trabajo decente.
Puede ser un fraude. Ese “reclutador” desapareció.
Con esa anécdota aparte, debo decir que, como parte de mi
trabajo de buscar trabajo, me he especializado en tener diferentes formatos de
Curriculum Vitae, Hoja de Vida o Resume, como prefieran llamarlo. Cada uno
enfocado a diferentes actividades que he realizado y que envío según el perfil
que se busque en la vacante. En cada formato menciono además algo breve sobre
los otros campos de experiencia que, aunque no se mencionen expresamente en la
vacante, van junto con la responsabilidad.
Todos los días estoy frente a mi computadora por un período
de 3 horas revisando LinkedIn por supuesto y todas las demás páginas de
búsqueda de empleo. Reviso, selecciono, solicito, doy seguimiento, envío
correos, hago llamadas, contacto amigos, familiares, contactos, contactos de
amigos, amigos de contactos, familiares de amigos y demás. 3 horas al día. He
visto vacantes que han sido ocupadas, desocupadas y vueltas a ocupar. Hay una
posición en una empresa que ha sido ocupada y desocupada 3 veces en estos 16
meses.
Tal vez, un reclutador lector pudiera decirme que 3 horas al
día no es suficiente. Y visto el resultado, no lo es. El problema es que, como
lo saben los que trabajan buscando trabajo, este trabajo es un trabajo muy mal
pagado. Básicamente tu sueldo es cero. Eso me obliga a buscar otras actividades
donde pueda recibir algunos pesos para medio sobrevivir. Cada día son menos los
pesos que se consiguen, pero más lo que se deben. Y el trabajo de buscar
trabajo no paga cada quincena.
Está bien, no nos lamentemos.
¿Cuál es el resultado de mi trabajo de buscar trabajo? En 12
meses he enviado 85 solicitudes por LinkedIn con un porcentaje de llamadas para
un acercamiento o primera entrevista del 3.5%, para segundas entrevistas del
1.18% y para terceras entrevistas del 0%. En números normales, 85 solicitudes,
3 entrevistas, 1 segunda entrevista, ningún éxito.
De ese 3% de entrevistas que he tenido, sólo en una ocasión
el reclutador me llamó para decirme que gracias, pero no gracias. De los otros
dos, sigo esperando que se pongan en contacto conmigo. Dicen por ahí que
mientras no hayan dicho que no, aún hay esperanza.
Esas 85 solicitudes se refieren únicamente a los perfiles
que describen el trabajo que he realizado exitosamente, con pequeñas
diferencias según quien lo escriba o la industria a la que pertenece. Por otros
medios, desde bolsas de trabajo hasta correos directos, he enviado alrededor de
220 hojas de vida para perfiles iguales o parecidos al mío.
A eso hay que adicionar que mis expectativas salariales han
caído más del 75%. Llegó el punto en que básicamente estoy dispuesto a trabajar
ganando en pesos actuales menos de los que ganaba cuando comencé, hace 21 años.
De ese tipo de trabajo, que también he realizado, he presentado más de cien
solicitudes, con el mismo éxito que las anteriores.
En conclusión, más de 300 solicitudes con una efectividad
para primer contacto del 1% y cero trabajos concretados. O soy muy malo en este
trabajo de encontrar trabajo o algo más está pasando.
Mis hojas de vida han sido revisadas por expertos que me han
dado opiniones positivas y negativas sobre la información que contienen, me han
hecho sugerencias y me han ayudado con algunas modificaciones para hacerlas más
atractivas.
Yo creo, sinceramente, que el problema está en mi lugar de
residencia. Si viviera en la Ciudad de México, ese tema ni siquiera se tocaría
y se podrían centrar en mis aptitudes, logros y experiencia. Esto lo digo
porque existe un sitio de búsqueda de trabajo, uno de los más grandes y
conocidos, donde de plano le impide al solicitante enviar su información si no
reside en el lugar de la vacante.
Calculo, con esa visión que me da estar trabajando en buscar
trabajo por tanto tiempo, que mi efectividad para primer contacto podría subir
hasta 10 o 15% si cambio mi lugar de residencia. Me han recomendado que mienta
y que ponga que vivo allá. Que estoy fuera temporalmente por un proyecto. Eso
no funciona. Es como el fraude de la supuesta empresa francesa. No podemos
empezar a hablar con mentiras y verdades a medias. Vivo fuera, pero estoy
dispuesto a moverme yo solo. Es lo que es.
No la estoy solicitando y no se apunten, pero me gustaría
mucho conocer la posición sincera y abierta de uno o varios reclutadores sobre
esta última reflexión. Sobre cuál es su impresión, actitud y consecuencia
cuando llega un candidato que vive en otro sitio. Ya veo que alguno, si no
todos, me dirán que eso no es un factor, por lo menos de entrada. Pero con base
en mi experiencia, dudaría si esa opinión es sincera. O tan sincera como ésta.
Lo que sí es cierto es que soy tan malo en este trabajo que
me he puesto un ultimátum. O mejoro mis resultados o me despido. Sí, estoy
dispuesto a dejarme ir y dejar vacante mi trabajo de buscar trabajo.