Del por qué 12 es igual a 70

Era diciembre de 1999, cuando todo el mundo se preparaba para festejar el año 2000 o el inicio adelantado del nuevo milenio.
Como signo de los tiempos, Acción Nacional presentó un candidato diferente, con imagen de persona normal, exdirector de una empresa transnacional, con experiencia y con ganas de lograr el cambio.
Frente al candidato del PRI, que cargaba a sus espaldas el inolvidable error de diciembre (1994) así como la historia de ese sexenio en el que se satanizó al presidente anterior, el TLC y escándalos con el hermano incómodo y frente al candidato del PRD, el eterno líder moral de ese partido y parecía entonces eterno candidato, la tenía realmente fácil.
Así se dio el cambio en 2000. Los mexicanos felices de terminar con 70 años de tiranía, democracia disfrazada y opresión y retraso y crisis y “plan solidaridad”. El cambio sólo podía ser mejor y finalmente México sería una potencia mundial.
Entonces perdimos el foco. Nos preocupamos por la toallas millonarias de la casa del presidente, por sus botas de charol, su difícil anulación matrimonial y finalmente su hermosa boda… en los Pinos.
Después nos distrajimos viendo los vestidos Chanel de la señora presidenta, hablábamos de la pareja presidencial y de las bolsas Vuitton falsas de la hija del presidente. Los problemas del país parecían no ser tan importantes después del cambio. Lo importante era aprender a no discriminar a las féminas y empezamos a hablar en masculino y femenino. Decir mexicanos excluía a las mujeres en ese mundo ideal del cambio. Y eso estaba mal. En resumen, se logró sacar al PRI de Los Pinos, que finalmente era lo que quería el pueblo.
Mientras, saltando de un puesto a otro, se encontraba un político silencioso pero que a la postre demostraría ser el bueno. De coordinador de diputados a una secretaría a Banobras y así, moviéndose sigilosamente fue elegido candidato del ahora partido gobernante.
El PRI desafortunadamente para ellos, presentó un candidato que no era muy fuerte. Ruidoso, con trayectoria y de familia priista, pero conflictivo. El PRD por su parte introdujo al candidato mártir. Aquél que sujeto a la aplastante maquinaria del Estado y siendo víctima de una injusticia, se alzó para complicar la elección. Parecía un buen candidato para la izquierda, una opción diferente – como la del 2000 – pero demasiado irrespetuoso.
Así las cosas, elegimos al Presidente del Empleo, aunque durante unos meses tuvimos a otro, el Presidente Legítimo que terminó dimitiendo ante la proximidad del 2012 y la imposibilidad de “reelegirlo”.
En el segundo periodo del cambio, enfrentamos a la delincuencia organizada en una guerra llamada Lucha. También la población (término del siglo XXI para referirse al pueblo, pues éste vocablo era despectivo) entendió que con seis mil pesos puede vivir casi como un Secretario de Estado y que si no tenemos ahorros en el banco, es porque gastamos mucho.
Tenemos 12 años escuchando que todo lo que está mal es culpa de 70 años anteriores. No quisiera ver que en otros 58 años, alguien venga a decir que los últimos 70 fueron iguales a los primeros 70 y en 140 años México no avanzó por culpa de la ciudadanía que no ejerce adecuadamente su derecho/obligación a votar.
Hoy estamos en plena contienda (no lucha, no guerra) para definir cuál será el próximo presidente. Las opciones tristemente, nos presentan un cambio que sería volver al pasado ese que odiamos tanto, pero que cambió con el cambio. Tenemos a un priista por el PRI, a un expriista por el PAN (y a otros dos que quieren y no pueden) y por el PRD… aun no sabemos, pero las posibilidades de que sea otro expriista son altas.
Mi pregunta entonces es ¿cuál cambio? Espero que alguien lo explique mientras duren las campañas del próximo año.
En tanto, muy a mi pesar, estoy de acuerdo con Elba Esther: metámoslos a todos en una licuadora a ver si de ahí sale alguno bueno. Total si no sale nada bueno y como en cualquier cocina que se respete, los tiramos a la basura y volvemos a empezar. 

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