Fascinante la inspiración que llega al ritmo monótono de las lavadoras y secadoras trabajando. Esa uniformidad auditiva crea una vorágine de letras que al final deja la ropa limpia. O en muchos casos, menos sucia.
Haciendo limpieza de mi información en sitios públicos, encontré algo que escribí en junio de 2014, respecto al sabrosísimo grito de ¡Puuuutooo! que sigue causando controversia y multas. Acá lo dejo de nuevo. Y puto el que no lo lea.